Sonntag, 18. September 2022

El Salvador: Marcha en el país del miedo

 

(zas, 18.9.22) En Centroamérica, el 15 de septiembre es un día festivo en recuerdo de la exitosa ruptura de la región con el yugo español. A menudo, la celebración en los países consiste en desfiles militares, clases escolares reunidas, padres que aplauden y grupos musicales. En El Salvador, las cosas volvieron a ser un poco diferentes este año.

Desde hace semanas, los dos grandes bloques sociales de la oposición, el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular y la Alianza Nacional El Salvador en Paz, han convocado dos manifestaciones distintas para el 15 de septiembre. En el Bloque, una coalición de 34 organizaciones sociales, se reúnen varias fuerzas de izquierda, incluyendo una parte importante de la base histórica del FMLN, pero también nuevos esfuerzos como las Juventudes Antifascistas, feministas autónomas o segmentos de la iglesia. En la Alianza a su vez, aunque está dirigida por un representante de ex-combatientes de la guerrilla, las fuerzas determinantes se basan en la derecha: sindicatos amarillos, que durante años combatieron todos los esfuerzos de reforma de los anteriores gobiernos del FMLN, ex soldados de las FF.AA. Representan a una derecha opuesta a la dictadura y actúan en las calles.

Los temas centrales de la movilización fueron el rechazo a la reelección del presidente Nayib Bukele, claramente prohibida por la Constitución (pero que él mismo puso en marcha a través de un poder judicial depurado de manera golpista), la enorme crisis social, incluido el peligroso endeudamiento del Estado, y el rechazo al estado de excepción, vigente desde hace más de medio año, en la supuesta guerra contra las estructuras criminales de las maras. Según el régimen, el ejército y la policía han metido desde entonces a más de 52.000 presuntos miembros de las maras en cárceles (enormemente superpobladas). En realidad, se trata muchas veces de jóvenes, principalmente de zonas pobres, que son encarcelados de forma arbitraria y brutal. No está claro su porcentaje de todas las detenciones; algunas voces hablan de más de la mitad, otras de alrededor del 40 por ciento, el régimen sabe como mucho de uno por ciento. Más de 80 de estos detenidos han muerto en prisión, muchos de ellos con huellas de brutales maltratos por parte del personal penitenciario o de mareros en las celdas con enorme hacinamiento. Los familiares a menudo desconocen el paradero de sus seres queridos, si están recibiendo o no los medicamentos entregados que a veces son esenciales para la supervivencia, si están o no vivos. En un caso, una familia se enteró de la muerte de su ser querido dos meses después de forma indirecta.

La popularidad de Bukele, que se venía desmoronando tras la introducción de la criptodivisa Bitcoin como segunda moneda nacional hace un año, se ha disparado hasta la vertiginosa cifra del 80% en los últimos meses, según las encuestas, gracias a su supuesta guerra contra las maras. Pero hay dudas. Ciertamente, mucha gente ve con buenos ojos un ataque duro a las maras, especialmente entre las clases populares que han tenido que soportar durante años su terror. Pero la lectura  de las encuestas hace que uno se pregunte. Aunque una clara mayoría está a favor de la "guerra contra las maras”, al mismo tiempo la mayoría de la gente sólo quiere que las detenciones sean ordenadas por un juez, es decir, que no haya detenciones basadas en la "impresión" que los miembros del ejército y de la policía tienen de alguien, y ciertamente ninguna basada en denuncias anónimas. Sin embargo, son precisamente estas cláusulas arbitrarias las que sirven de base a muchas detenciones.

Muchas actividades gubernamentales relevantes (como los gastos presupuestarios) están sujetas al secreto durante varios años. Después de que medicina legal diagnosticara repetidamente rastros de tortura en los cuerpos de las personas detenidas bajo el estado de excepción, el régimen tomó medidas: medicina legal fue puesto bajo el mando del ejército. Sólo para indicar el alcance de la política de no-transparencia (como se dice): Después de que la oficina nacional de estadística Digestyc, conocida por sus encuestas técnicamente serias, constatara hace unos meses un impresionante aumento de la pobreza en el país, la mayoría parlamentaria bukelista decidió suprimirla, diciendo que el Banco Central se encargaría en adelante de estas tareas. Estos ejemplos “absurdos” preparan el terreno para el incesante bombardeo propagandístico del régimen en los medios tradicionales y digitales.

Pero, poco a poco, los límites de este modelo surgen a la vista. Últimamente, se oye hablar de episodios todavía muy aislados en los que una comunidad intenta persuadir a las fuerzas de seguridad para que se abstengan de capturar a una persona porque es muy apreciada en la comunidad y ciertamente no es un miembro de la marina. Hace apenas dos meses, esto era inimaginable en el País del Miedo. En las comunidades urbanas y rurales asoladas por la pobreza, la gente sabe de muchas detenciones absolutamente arbitrarias (para alcanzar una cuota de capturas fijada "desde arriba", pues de lo contrario existía la amenaza de represalias), de la grave situación de las familias afectadas, que a menudo pierden su única fuente de ingresos. Los testimonios de los afectados son estremecedores. Esta realidad no puede pasar de largo por las Comunidades sin dejar huella, por muy grande que sea su entusiasmo por Bukele y su supuesta guerra de maras. Tarde o temprano, esto tiene que expresarse, haya o no haya encuestas, fanatismo o trolls digitales.

El Bloque lleva tiempo trabajando para formar un comité de familiares de los capturados bajo el estado de excepción. En las últimas semanas, esto ha tomado una forma concreta. Cientos de familiares se han organizado en la organización Movir. Y Movir estuvo claramente presente en la manifestación del día 15.

Acuden a la marcha las y los del Movir.

Observadores estiman la participación en la manifestación del Bloque en 10-15.000 personas, la de la manifestación de la Alianza en torno a 3000-5000. Esto puede parecer relativamente bajo teniendo en cuenta el dramatismo de la situación, pero por el contrario es una expresión de la misma. En el artículo enlazado anteriormente se describe el avivamiento del miedo en la población, mediado por las terribles condiciones del régimen de excepción. Al igual que antes del 1 de mayo, todos debían preguntarse si querían correr el riesgo de desaparecer en el "agujero negro" del sistema penitenciario durante un tiempo ilimitado como simpatizantes de la Mara. De todos modos, la posibilidad de participar desde el interior del país estaba masivamente limitada por los habituales bloqueos de carreteras por parte del ejército y la policía; para el 15, el ejército ya había instalado los primeros puntos de control en las carreteras terrestres hacia la capital tres días antes. Según informes de zonas históricas del FMLN en el departamento de Chalatenango, casi nadie, y menos los jóvenes, se atrevió a participar en la manifestación esta vez, para no ser capturados como miembros de la Mara en el camino.

Tres días antes del 15, Bukele anunció un gran desfile militar con muchas orquestas de música y participación popular en una ruta hasta el parque Cuscatlán, el lugar de reunión del bloque. El 14 de septiembre, anunció generosamente un día festivo el viernes para que la gente pudiera hacer el puente. La conocida mezcla de soborno y represión.

Aunque acudió más gente al desfile bukelista  - los padres de las clases de la escuela integradas al desfile, en cualquier caso, pero también muchos curiosos - fue estupendo ver los aviones de combate tronando por encima y tantas bandas tocando - la presencia siguió estando muy por debajo de las expectativas del campamento gubernamental, a pesar de las listas de control de presencia de los empleados estatales. Al mismo tiempo, la dimensión de las manifestaciones de la oposición hizo imposible descartarlas como minieventos. Bukele reaccionó a su manera: ni siquiera se presentó al desfile (el ejército había retrasado su inicio en previsión de llegada del presidente). En su lugar, anunció por la noche que se presentaría de nuevo a la elección presidencial en febrero de 2024. Tal y como estaba previsto, esto alejó a las manifestaciones de la oposición de los titulares.

Sin embargo, el día 15 es un claro éxito para los movimientos sociales. Surgieron nuevos momentos en el todavía largo camino hacia condiciones no-dictadoriales. En primer lugar, más personas superaron el miedo que el 1 de mayo. Esto se debe a que las condiciones se están volviendo poco a poco insoportables: desde el estado de excepción pasando por los despidos masivos de empleados públicos hasta el hambre. El miedo difuso propagado por el estado de excepción ha llevado, por ejemplo, a que los vendedores ambulantes de San Salvador, antes alborotados, se dejaran desalojar del centro de la ciudad sin oponer resistencia. Pero ahora la resistencia está surgiendo lentamente aquí y allá más allá de los segmentos organizados. Por ejemplo, Bukele quiere desalojar a las comunidades que se han asentado a lo largo de las vías del ferrocarril que se cerró en los años 80, en favor de un ferrocarril ultrarrápido que se ha anunciado desde que llegó al poder. Gente de estas comunidades, donde trabaja el Bloque, acudió a la manifestación, al igual que los familiares de los presos organizados en el Movir, muchos de los cuales habían votado a Bukele. 


 

Incluso los acontecimientos poco llamativos son notables. Si se da una trabazón de tráfico en algún lugar, empieza un “concierto” de claxones. Peor si un autobús se queda atascado a causa de una manifestación. Hasta ahora, motoristas y pasajeros han arengado e insultado a cuantos manifestantes les impiden avanzar. El 15 ya no. En varias ocasiones se observó que las personas que iban en el autobús permanecían en silencio, y que el motorista no avanzaba. No, no rompieron en aplausos. Pero ya no maldecían.

Sonntag, 5. Juni 2022

¡La bestia está suelta!

 

Sanciones financieras forman parte de la guerra hibrida. Y caen bien a sectores progresistas.

(zas, 2.6.22) En "Die Vordenker der Vernichtung. Ausschwitz und die deutschen Pläne für eine neue europäische Ordnung" (Ausschwitz y los planes alemanes para un nuevo orden europeo, 1991), Götz Aly y Susanne Heim analizan los resultados de su investigación sobre la contribución insustituible de tecnócratas, en su mayoría jóvenes, de diversas disciplinas, a la "solución final" y el asesinato en masa de personas gitanas, la utilización/opresión brutal de grupos de población "innecesarios" bajo el signo de la gran área europeo del nazismo. Los planes, estudios y trabajos tecnocráticos-científicos sobre el "desarrollo" de Europa del Este, determinados por las exigencias de la racionalización, dejaron así a los judíos en particular "fuera" de las ecuaciones de un nuevo Reich por razones "lógicas".

Al leer los informes de los Estados Unidos sobre los actuales gestores de las sanciones contra Rusia, no pude evitar tener algunas asociaciones con los co-hechores intelectuales del exterminio de entonces, a pesar de todas las evidentes diferencias. Hoy vemos dinámicas que (aún) no alcanzan el rigor del exterminio nazi, pero que tampoco le son ajenas.

Y así hasta las sanciones modernas. A menudo se perciben como un instrumento supuestamente incruento para los derechos humanos, también por fuerzas progresistas en Suiza. A pesar de Cuba o, por ejemplo, Venezuela. Allí, en 2018 murieron 40.000 personas más que en el año anterior (+30 %). La única explicación plausible: las sanciones económicas impuestas por Washington, agravadas aún más en 2019. O Irán, uno de los tantos objetos de "amplias restricciones comerciales y financieras", como se leía en el NZZ (periódico financiero suizo) el pasado marzo en un artículo del periodista independiente Teseo La Marca. Describe el amargo destino de los enfermos de diabetes: las jeringuillas de insulina, por ejemplo, ya no pueden producirse porque un elemento petroquímico para su fabricación es sancionado, a pesar de las llamadas cláusulas de exención humanitaria. La Marca escribe: "Human Rights Watch critica que las exenciones humanitarias son una farsa. El régimen de sanciones viola el derecho a la salud y pretende causar tal sufrimiento a la población que se levante contra el régimen. El entonces secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, lo confirmó indirectamente cuando dijo en 2019, no sin satisfacción: "La situación de la gente en Irán se ha deteriorado significativamente. Estamos convencidos de que el pueblo se levantará y cambiará el comportamiento del régimen".

Afganistán: como es sabido, el pasado mes de febrero Joe Biden ordenó el robo de unos 7.000 millones de dólares, depositados por el banco central afgano como reservas de divisas en Estados Unidos. La mitad se destinaría para compensar a las víctimas del 11-S (caso aún pendiente en los tribunales estadounidenses). El Programa Mundial de Alimentos de la ONU estimó el pasado mes de diciembre que hasta el 98% de los afganos no tienen suficiente para comer. Esto se debe al colapso económico, provocado en primer, aunque no único, lugar por las sanciones económicas occidentales.

La ayuda humanitaria, hasta si no sirviera para otros fines, nunca podrá compensar un colapso económico. Por ello, más de 40 miembros del Caucus Progresista del Congreso de Estados Unidos escribieron a Biden: "Ningún aumento de la ayuda alimentaria y médica puede compensar los daños macroeconómicos derivados de la subida vertiginosa de los precios de los alimentos básicos, el colapso de los bancos, la crisis de la balanza de pagos, la congelación de los salarios de los empleados públicos… ".

Cuando el gobierno suizo no se sumó inmediatamente a las sanciones de EE.UU., Reino Unido y la UE contra Rusia tras la invasión rusa de Ucrania, hubo protestas desde el campo de la derecha por lo de la “comunidad de valores occidentales”; pero también desde el lado progresista -por otros motivos- se hicieron encendidos llamamientos a favor de las sanciones ya.

 

"El esquema del torturador"

Para la London Book Review, Tom Stevenson reseñó el libro "The Economic Weapon: The Rise of Sanctions as a Tool of Modern War", de Nicolas Mulder. Stevenson insiste en el papel central del dólar en las finanzas internacionales: "De la misma manera que un bloqueo naval impide el acceso a los mares, las sanciones estadounidenses se basan en el poder del monopolio de un bien común mundial: [el dólar como] moneda de reserva y medio de cambio mundial. Como componentes de la estrategia estadounidense, a menudo se las consideran una alternativa a la fuerza militar, prometiendo, en palabras de un reciente editorial del Washington Post, ‘la consecución de los objetivos de la política exterior sin el uso del ejército’. En realidad, las sanciones acompañan a las operaciones militares (Libia 2011, Siria desde 2012) o se imponen de antemano (Haití 1994, Bosnia 1993, Kosovo 1999, Afganistán 2001, Irak 2003)."

Stevenson señala que "las sanciones han sido durante mucho tiempo una herramienta de primera elección para la política exterior de Estados Unidos. Durante el segundo mandato de Obama hubo 2.350 nuevas sanciones, bajo Trump 3.800. El sistema actual del arsenal financiero estadounidense evolucionó junto con el rápido crecimiento del estado de seguridad durante la guerra contra el terrorismo". El PIB de Irán era un poco más que el de Turquía en 1979, y en la actualidad es menos de una cuarta parte. Es difícil, dice Stevenson, "desentrañar las causas [de esto], ya que las políticas revolucionarias produjeron sus propios efecto’ Pero el castigo financiero de la era Obama de 2011-2012 fue el responsable de una caída inmediata del PIB de Irán, el aniquilamiento de un tercio de su actividad económica. En ‘The Art of Sanctions: A View from the Field’ (2017), el ex -responsable de los asuntos de Irán en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Richard Nephew, describió las sanciones como centradas en ‘objetivos para la imposición de dolor’ acompañadas de instrucciones ‘para las condiciones necesarias para acabar con el dolor’. Este es el esquema del torturador, sacado directamente del manual de la Guerra contra el Terror".

 

Saben lo que hacen

En marzo, la revista 60 Minutes de la cadena estadounidense CBS tituló un reportaje "Economic shock and awe: The strategy behind the economic sanctions against Russia". Shock and Awe (choque y asombro) -así denominó el Pentágono en 1983 a su táctica de pulverizar todo lo que tuviera un interés militar real o supuesto en Irak con el disparo continuo de misiles inmediatamente antes del ingreso de tropas. El enemigo debía congelarse de terror. En los medios, términos como inconcebible u horroroso eran palabras desconocidas; lo que interesaba era si este "procedimiento" iba a tener éxito. Previamente a todo eso, Estados Unidos había impuesto sanciones. La secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright, respondió en 1996 en el programa 60 Minutes de la CBS a la pregunta de si el medio millón de niños que murieron en Irak como consecuencia directa de las sanciones impuestas por ella y por Clinton en aquel momento había "merecido la pena": "Creo que es una decisión muy dura, pero el precio... creemos que merece la pena". Más tarde, los expertos debatieron si no eran “solo” 250.000 niños que habían muerto a causa de las sanciones. (En Varsovia, Biden recordó recientemente a Albright, cuyo compromiso con la libertad, dijo, inspira hoy su lucha por los derechos humanos en Ucrania). En 2006, The Lancet publicó un intento serio de averiguar el número de muertos causados por la invasión: 655.000 iraquíes.

 

La periodista Sharyn Alfonsi introdujo su emisión de 60 Minutes así: "Considérenlo como una campaña de shock and awe económico. Nunca antes una economía tan grande y moderna había quedado aislada tan rápidamente de la mayor parte del mundo". Para explicar de qué se trata, entrevista a Daleep Singh, Asesor Adjunto de Seguridad para Economía Internacional en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Él estuvo involucrado en las sanciones contra Irán y Corea del Norte bajo el mandato de Obama, y se presenta como el "funcionario de la Casa Blanca que tiene el plan actual para hacer pedazos prácticamente todos los sectores de la economía rusa". Ha "creado una doctrina de sanciones, un guión real para una mejor guerra financiera contra Putin". También Singh, como muchos otros, subraya la importancia de que las sanciones, tras la expulsión de los bancos rusos importantes del sistema de pagos de Swift y la confiscación de los bienes de los llamados oligarcas de Putin, hayan lanzado el ataque contra el Banco Central ruso, centro neurálgico de la economía, con la confiscación de reservas de divisas almacenadas en Occidente por valor de 300.000 millones de dólares. Destaca la cohesión de los aliados occidentales como algo sin precedentes. Luego llega al tema principal: "Las mejores previsiones (...) sugieren que la economía rusa será aproximadamente la mitad del tamaño que tenía antes de la invasión. Y no estamos orgullosos del sufrimiento de la gente. Esta es la guerra de Putin. Son las sanciones de Putin". Biden en Varsovia: "La economía [rusa] va camino de reducirse a la mitad en los próximos años". El Banco Mundial estimó en abril que el PIB de la Ucrania atacada militarmente iba a caer en torno al 45%. La guerra y las sanciones se parecen en algunos aspectos.

Singh repite prácticamente palabra por palabra en otras entrevistas lo poco orgulloso que se siente de su éxito. En un documento del Tesoro sobre las sanciones del pasado mes de octubre, leemos que había que seguir revisándose las exenciones de las sanciones por "acciones humanitarias a través de canales legítimos" y las "consecuencias imprevistas de las sanciones". Recuerden lo que dice el Caucus progresista: si la economía cotidiana está rota, ninguna ayuda humanitaria puede evitar el desastre. O sea, lo que el Tesoro postula es: "Primero la paliza brutal, y luego enviamos a un samaritano con vendas". En cuanto a la puesta a punto del régimen de sanciones, leemos: "Creemos que este trabajo merece su tiempo y esfuerzo para asegurarnos de que el mundo entiende que proporcionar ayuda humanitaria legítima refleja los valores americanas".

El portal Vox, afin a los demócratas, ofrece más información en el revelador informe The Biden experts waging war without weapons (Los expertos Biden hacen la guerra sin armas) del 9 de mayo. El periodista Jonathan Guyer habla con Julia Friedlander, que ocupó altos cargos en la Oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro y que ahora opera desde el centro de estudios Atlantic Council, aliado de la OTAN. Dice: "No creo que alguien haya tenido realmente tiempo para planificar cuáles serán las consecuencias a largo plazo de destruir esencialmente la economía rusa (...) Si realmente se quiere maximizar la presión, claro que se golpea a la población". En cuanto a las aseveraciones de la Casa Blanca de que tendrá en cuenta los aspectos humanitarios de las sanciones, dice: "Las tiene en cuenta y luego las aparta". Jack Lew, Secretario del Tesoro con Obama, contribuyó con esto: "Cuando se está en una guerra como la que Rusia ha creado ahora, es imposible proteger a todos los ‘inocentes’. Y se plantea la cuestión de qué significa inocente cuando tu país está haciendo estas cosas". Cuando Biden anunció que la mitad de las reservas extranjeras de Afganisentán se utilizarían para resarcir a las asociaciones de víctimas del 11-S, la BBC informó de que "Andrew Maloney es un abogado estadounidense que representa a unos 150 familiares de los asesinados hace más de 20 años. Dice que el pueblo afgano debería haber hecho más para detener a los talibanes y que es justo utilizar los bienes estatales afganos para compensar". Discursos de Herrenmenschen (seres superiores, término nazi).

 

 

Lecciones aprendidas - Planificación de la destrucción

Vox caracteriza los administradores de las sanciones de Estados Unidos como "un pequeño grupo de expertos, principalmente abogadas, algunos economistas, han desarrollado las sanciones de Biden a Rusia, que superan todo lo anterior. En el Tesoro, el subsecretario Wally Adeyemo y la subsecretaria asistente Liz Rosenberg; en la Casa Blanca, Daleep Singh y Peter Harrell. El equipo de sanciones de Biden está formado por tecnócratas que han sido elogiados en los medios de comunicación por su rápido enfoque multilateral. Trabajaron juntos en la administración Obama y luego escribieron documentos de análisis durante los años de Trump con reflexiones sobre cómo mejorar las sanciones. Ahora se ven como ejecutores de las lecciones aprendidas".

El breve documento del Tesoro mencionado anteriormente resume las principales conclusiones de sus estudios interadministrativos, partiendo de la base indispensable, como dice Singh en un artículo del New Yorker de finales de marzo: "Es cierto que la economía mundial se ha vuelto cada vez más multipolar con el tiempo. Se puede ver con sólo mirar los porcentajes del PIB global". Pero en cuanto a la moneda del comercio internacional, "el dólar sigue siendo el sistema operativo". Por tanto, una economía como la rusa también puede ser vulnerada por sanciones. Entre las lecciones aprendidas se cuentan, en general, los puntos que Singh había expuesto como conclusión del estudio ante el Congreso de Estados Unidos en 2018: Si las sanciones son contra un adversario como Rusia, entonces desde el principio con graves consecuencias para el objeto de las sanciones; a la inversa, con el menor impacto negativo posible en el sistema financiero "internacional"; las sanciones pueden reducir enormemente la capacidad de acción del Kremlin, pero no garantizan el cambio de régimen (en la Casa Blanca, el presidente venezolano se llama de nuevo Maduro, no Guaidó); evitar la apariencia de castigar a la población; tener siempre una opción diplomática para aumentar o disminuir las sanciones (el "esquema del torturador") y una cooperación absolutamente estrecha con los aliados (para evitar los intentos de burlar las sanciones a través de otros países).

Es llamativo que El New Yorker mencione una "creciente intensidad emocional" para endurecer las sanciones en los primeros días de la guerra, provocada por las manifestaciones y los reportajes de los medios de comunicación en Estados Unidos y Europa a favor de más sanciones, y por la videollamada de Selenski con los gobiernos europeos en la primera noche de la guerra ("Esta puede ser la última vez que me vean con vida"). Así, incluso gobiernos reticentes como el de Alemania e Italia habrían aceptado una exclusión inmediata de SWIFT. "Tuvimos que esperar a que surgiera una valencia moral" (coincidencia moral), dice en otra parte del artículo un alto funcionario de la administración Biden. Este "feeling", sigue el artículo, llevó a Singh a preguntar, cuando junto con Björn Seibert, jefe de gabinete de von der Leyen estaban organizando la exclusión de Rusia del sistema Swift, "¿Qué tal si decimos a todas las contrapartes de Rusia que no hagan transacciones con ellos?" El artículo continúa: "Las sanciones occidentales contra el Banco Central de Rusia se produjeron en cuestión de horas. El 26 de febrero, Estados Unidos, la UE, el Reino Unido y Canadá prohibieron conjuntamente a todos los bancos, empresas y particulares realizar transacciones con el banco central de Rusia, y amenazaron con nuevas sanciones a quienes incumplieran la prohibición". Sanciones “secundarias”,  o sea, la imposición internacional de la ley del más fuerte.   

En el artículo de Vox se lee: Singh "y el resto del equipo de sanciones comparten un perfil común. Durante los años de Trump, al igual que muchos funcionarios de Biden, se turnaron en la investigación, las funciones universitarias y el trabajo corporativo. Harrell y Rosenberg publicaron trabajos conjuntos. Harrell trabajó como asesor jurídico externo de Microsoft. Rosenberg trabajó como asesora principal de WestExec Adviser y asesor de ExxonMobil. Adeyemo trabajó como presidente de la Fundación Obama y anteriormente como director general del gigante de la inversión BlackRock. El núcleo del equipo de sanciones no está formado por operativos o estrategas, sino por profesionales pragmáticos". Un ex cuadro de la Tesorería comenta: "Peter, Liz, Daleep y toda esta gente -no se trata de despreciar en absoluto - son tecnócratas muy capaces". Son cool, a la altura de los tiempos modernos. En el reportaje de la CBS, Singh le explica a la periodista Alfonsi el sentido de las sanciones: "Todo lo que podemos controlar, asegurar, es que esto va a ser un fracaso estratégico por parte de Putin. - Alfonsi: ¿Y cómo se presenta hoy un tal fracaso estratégico? - Singh: Significa que su capacidad para proyectar poder y ejercer influencia se ha reducido fundamentalmente. El poder no es el ejercicio de la fuerza bruta - Alfonsi: ¿De acaparar tierras? - Singh: De ganar tierras. Eso no llega al meollo de la cuestión. En nuestra opinión, el poder en este siglo está mucho más relacionado con la fuerza económica, con la sofisticación tecnológica y con la propia historia. ¿Puede atraer ideas, talento y buena voluntad?" 

 

¿Y nosotros/as?

Una imagen utilizada a menudo por Singh es: "Nosotros también podemos jugar al ajedrez" (no sólo Putin). La imagen de los señores que juegan entre sí por el control del mundo, en movimientos calculados. Mala suerte para los peones.

Los actuales regímenes de sanciones forman parte de una guerra híbrida, las presente como instrumento de presión pacífica de la "comunidad internacional". El Kremlin está cometiendo un crimen terrible y continuo. Pero esta guerra también fue provocada de forma calculada por Occidente. Ignorar los años de la llamada expansión hacia el este de la OTAN, es decir, el cerco militar a Rusia y ahora a China, es tragarse la propaganda de guerra. Los crímenes occidentales no legitiman los del Kremlin, pero enseñan  a otros warlords. 

Lo que distingue a esta guerra en Ucrania de otras no es su brutalidad. Pero probablemente represente el comienzo de una nueva "Guerra de los Treinta Años" a nivel mundial. ¿Qué diablo es eso que izquierdistas le "exigen" a la OTAN que meta armas en Ucrania? No importa como en otros momentos maldigan al imperialismo occidental. El momento decisivo para izquierdistas es aquí y ahora para intentar entender lo que está pasando y dar pasos hacia una práctica antiguerra. Nosotros/as, que tenemos una noción de que este tipo de guerras siempre acaba con la gente de a pie, ni aquí somos tan pocos como sugieren los medios del partido único, el de la guerra. Ucrania es  desde hace años cada vez más un país de la OTAN, pero hoy las armas rusas también amenazan a los grupos de izquierda. Pero acercaros a ellos/as, así como a la resistencia en Rusia, no puede basarse en la premisa de que "solo por el momento aullamos con los lobos". En 1914, esa actitud llevaba a la perdición.